Sección 2.2 La Armada de Castigo.
El viernes 7 de noviembre de 1561, desde el puerto de Santo Domingo parte la expedición de castigo contra Lope de Aguirre y sus marañones, la expedición fue armada por diligencias de un extranjero: El capitán portugués Pedro Carrillo, residente a la sazón en Santo Domingo, se ofreció a la Audiencia, y conforme con ella, se izaron las banderas en sus ventanas para indicar que se iba a realizar una jornada y en las Atarazanas se abrieron los sacos de moneda para pagar a los que en ella se alistaban. Costo a Carrillo 15.000 pesos reunir 150 hombres para tripular dos barcos suyos y uno de la Audiencia [32]. Otros documentos reflejan que los barcos eran: uno del provincial Montesino, un patache rentado por la Audiencia y otro de doña Aldonza Manrique; único caso de una mujer gobernadora en una provincia ultramarina en la España del siglo XVI —y de más tarde también—.
Como Capitán General de la Armada de Castigo, viene Juan de Ojeda, almirante de la escuadra que mandaba don Tello de Guzmán (ambos, de los mejores de la marina española); armada a la cual se había ordenado deshacer debido a los acuerdos de paz con el rey “cristiano” de Francia. La nueva flota estaba integrada por un total de doscientos veinte hombres bien aparejado de artillería, municiones, y mantenimiento, mientras que el rebelde Lope de Aguirre a su llegada al puerto de Borburata traía: 160 arcabuceros (20 negros que son los ejecutores de sus crueldades), 200 indios —hombres y mujeres—, muchas lanzas y espadas, 6 piezas de artillería, 5 falconetes de bronce y uno de hierro, gran cantidad de municiones, pólvora y salitre [72]. Ursúa había salido de El Perú, con 300 soldados, 600 indios y 30 negros.
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Fue hijo de Alonso de Ojeda, nació en El Lugar de Ojeda, a media legua de Cantabrana. Se crio en Andalucía y sirvió toda su vida en la Carrera de Indias, donde alcanzó el grado de general y almirante. Se casó en Huelva [45].
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…hay paces entre nos y el cristianisimo Rey de Francia, y esta se conservarán muchos años, mediante la voluntad divina, y habiendo paces no es necesario que haya los dos navíos de respeto en esa isla, porque dejado que se comerán de broma y valdrán cada día menos y serán de ningún efecto [59]
La expedición de castigo de Ojeda hace puerto en Borburata, encontró a la gobernación de Venezuela pacificada por los esfuerzos propios de sus habitantes y por —las dudosas— diligencias de su gobernador Collado. Limitándose Ojeda a requerir a los marañones, sin mayores logros ya que muchos buscaron sus remedios y pusieron pies en polvorosa (temporalmente); usando las garantía, pasaportes y los papeles del perdón otorgado por el gobernador Collado. Al parecer el único que sacaría beneficios tangibles futuros fue el portugués Carrillo, en 1563 dirige a la corona un detallado memorial solicitando favores en base a los servicios prestados en la campaña contra Aguirre: solicita una licencia para llevar a las Indias 300 esclavos; esa era la fuente de su riqueza —«sus sacos de moneda»—.
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Información de los méritos y servicios del capitán Pedro Carrillo, portugués que sirvió en la isla de Santo Domingo y contra el tirano Lope de Aguirre, y sus secuaces, en la isla Margarita y Borburata. Santo Domingo, 15 de mayo de 1563. [AGI, Patronato, 50, R.8]
[Biblioteca Digital Hispánica].
Felipe II, desde el otro lado del charco, al tener noticias del perdón general otorgado a los marañones (en su nombre), se impacta, y de inmediato despacha desde Madrid en 1562, Cédulas a todas las provincias de Indias: para que prendiesen a todos los marañones, dondequiera que los hallasen, y se los enviasen a España, a donde no llegó ninguno por haberse sabido bien guardar [67]. Lo que no quiere decir que no se hiciere justicia con algunos en algunas instancias; por ejemplo: en Pamplona (la ciudad fundada por Ursúa) se ejecutó a Antón Llamoso (—el «chupa sesos» de la Margarita y asesino de su amada doña Inés—; cuando la jornada) y en Mérida se ejecutó a Paniagua (el asesino a garrote de los frailes dominicos en la Margarita: fray Francisco Torrecilla y fray Francisco Salamanca); ambos marañones fueron descuartizados después de muerto. Es de suponer que se aplicó justicia a los capitanes directo y matarifes de Aguirre, pero se fue ligero con la soldadesca para aprovecharles como tal, ellos se desparramaron incorporándose a la naciente sociedad y pueblos de las provicias de la época; que luego fueron República Bolivariana de Venezuela.
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Y luego mandó a un sargento suyo, llamado Antón Llamoso, y a un Francisco de Carrión, mestizo, que fuesen a matar a Doña Inés; los cuales fueron y la mataron a estocadas y cuchilladas, que era gran lástima vella, y robáronle cuanto tenía [72].
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En la Información de la Isla de Margarita levantada de 1562. [32].
