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Lope de Aguirre: Un meteoro en la Costa de las Perlas.

Sección 2.6 La muerte de Diego García de Paredes.

Como gobernador y capitán general de la provincia de Popayán, Diego García de Paredes, regresa de Castilla en 1563; allí el rey le había premiado por el desbaratamiento y muerte de Lope de Aguirre dándole esa gobernación. En agosto ya estaba de regreso en La Española, de allí se dirige a Borburata en la goleta «San Juan Bautista»; puerto desde donde se proponía hacer la jornada por tierra hasta Popayán; atravesar sin estorbo el medio día de Tierra Firme (como antes pensó Aguirre). Al pasar por el puerto de Catia, solicitó al capitán y dueño de la embarcación (Melchor Hernández), su consentimiento para bajar a tierra, quería ver si podía saludar a un amigo y compañero de andanzas: se trataba del capitán Luis de Narváez, que suponía en ese entorno.
Acordaron, desembarcó en compañías de 4 marinos y dos pasajeros a reconocer la playa, haciendo señales previas con bandereta y ahumada a un grupo de indios que por allí se encontraban; ya en tierra …llegaron a ellos unos indios y les dijeron que fuesen a los bohíos [11].
Estaban en tierras del cacique Guanauguta, uno de los confederados con Guaicaipuro para expulsar a Fajardo de la villa de Catia (luego El Collado); pueblo que pretendió a unas 3 leguas a barlovento de esa playa. Los indios les invitaron a comer en las chozas del pueblo que estaba muy próximo, lo cual aceptaron, eran 3 en la comitiva; los 4 marinos aguardaron en la playa. Paredes y dos de los pasajeros del barco, comieron hasta hartarse, mientras hacían rescates (intercambio) de pescado y gallinas…Y luego el cacique ordenó su ejecución, les atacaron con macanas y flecha; el ataque debió de ser fulminante ya que, a García de Paredes, no le dio tiempo de usar el arcabuz que portaba (lo cual distaba mucho de ser un arma para uso rápido).
Los 4 marinos que aguardaban en la playa huyeron hacia el barco despavoridos, son ellos junto con su capitán, los que luego echan el cuento al llegar a Borburata; en un memorial que sobre la muerte de Diego García de Paredes reposa en el Archivo General de Indias de Sevilla [AGI, Justicia, legajo 93, folio 312 y siguientes]. Los del barco observaron los acontecimientos, y dice el historiador Oviedo y Baños, que los cuerpos fueron empalados e izados en la playa: …o por venganza, o por escarnio, empalando aquellos nobles cadáveres, y suspendiéndolos en alto tenían por entretenimiento hacerlos blanco de sus crueles saetas [52]. Y fray Pedro Simón (que sigue lo dicho por Pedro de Aguado), supone e infla la verdad: [pudiendo] escapara su vida de la refriega, pero que tuvo por mejor morir defendiendo a sus amigos, que huir con mengua de su persona y valentía, que conocieron bien los indios, pues tenían muertos más de ochenta cuando acabó la vida [67]. Otros inclusos exageran aún más: fue atravesado por tantas flechas que no llegó a tocar el suelo; permaneciendo ensartado como erizos en la playa a vista de los que aguardaban en el barco; argumentos que por novelesco y contrario a los hechos, considera falso el también historiador Nectario María (único que se apega al memorial de Borburata).
Lo cierto es que Diego García de Paredes murió por una celada que le hicieron los indígenas del litoral central de Venezuela; en justicia a tantos crímenes y desmanes que contra sus hermanos naturales de América cometieron él y sus semejantes; son los que podríamos mirar, si no mirásemos de reojo el espejo de la historia. Murió ignorante de que parecida suerte, en un paraje cercano, ya había tenido su semejado amigo y par Juan de Narváez. Verdugo no pide clemencia, ya diría Lope de Aguirre en carta dirigida al gobernador Collado: …con título de decir que viene a hacer justicia, y la justicia que se le hace es inquirir como conquistaron la tierra, para por esta vía hacerles guerra [2].