Sección 1.4 La corte vegetal e inocua.
Aguirre —ya en tiranía—, debe cuidar de ser y continuar siendo el capitán de los expedicionarios; para ello tiene un plan alternativo que puede hacerlo retornar al virreinato. Supone que no puede tomar él directamente las riendas de la expedición por sí solo; por ello considera necesario (en aquella verde inmensidad), una corte sustituta a la de España: con rey, y autoridades, oficiales y hombres de servicio de cámara.
En plena selva amazónica, «el loco», promueve y besa la mano de un nuevo señor: don Fernando de Guzmán «Príncipe de Tierra Firme»; por la «gracia de Dios» (pero principalmente gracias al genio de Aguirre). Guzmán extasiado, una vez acordado su nombramiento y denominación, desde ese mismo momento actúa como tal: Comió desde entonces sólo, y servíase con ceremonias, cobró alguna gravedad con el nuevo nombre [72]; pero quien gobernaba el timón y la derrota de la expedición, era su Maestre de Campo: «el Tirano Aguirre». Así procedió hasta el momento que pudo tomar todas las riendas y el control absoluto de los marañones; sin nunca pretender ser príncipe ni cosa parecida alguna. Cinco meses después Aguirre decide que al igual que Felipe II, Fernando de Guzmán ya no le era necesario (cosa parecida llegó también a pensar Guzmán respecto de Aguirre, pero… nada hizo). El experimentado rebelde, trama y ejecuta la liquidación de su nuevo señor, quien solo había sido un rey vegetal e inocuo: Lope de Aguirre se hace General de la expedición, y por primera vez en su vida, es dueño y amo de su destino; y también del de sus marañones.
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Lope de Aguirre, que había sido el alma de la conjura esperaba ser nombrado Maese de Campo, pero el cargo recayó en otro de los asesinos. Aguirre manifestó ostensiblemente su disgusto y algunos amigos de don Hernando que conocían la aviesa condición de Aguirre, le aconsejaron que le hicieran matar. Pero don Hernando le tenía miedo probablemente y pensó que era mejor buscar su amistad por otros medios. La prenda y lazo de alianza fue también esta ven, una mujer. [69]
Ebrio de venganza contra el reino español. Atento a todo comentario que lo pudiesen alejar de su capitanía y generalato, y echar al traste su único objetivo: la toma por la fuerza del Perú. Sus experiencias de combates en tierras de Incas y el detallado conocimiento de las perfidias y crímenes entre los españoles de allá, bien le hacen entender, que debe de ejecutar a los sospechosos que se le presenten en el camino: «amigos o enemigos»; lo llamaban —el loco—, pero no lo era tanto. Está atento de todos, nada sucede sin que no lo sepa, se hace rodear con una camarilla de fieles; nada se le escapa, ni siquiera un chisme. A los autores de sus inconvenientes, los va dejando yertos y sembrados a lo largo de su transitar acuoso.
Completa la jornada, siguiendo el curso del río de «las Amazonas», travesía que sabe cierta; y si bien pudo hacerlo el “tuerto” Francisco de Orellana en el 42 con sus amazonautas (siendo Orellana soldado en los mismos campos que él), bien pudieran lograrlo él con sus marañonautas ; como en efecto lo lograron. Aunque salieron de ese entorno embrollado, marañoso, húmedo y selvático: estando todos enfermos y cansados, sin bienes ni fortunas, y literalmente hambrientos de todo lo que carecían. El testimonio de un marañón (Álvaro de Acuña) bien deja en claro su incómoda situación:
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Palabra introducida por el autor; para definir a los navegantes marañones de Lope de Aguirre; haciendo símil de los propios en la Odisea de Homero
…desde donde se embarcaron hasta la mar, mil doscientas leguas, que las anduvieron con algunas paradas que hicieron en todas —esas provincias— hasta catorce meses, y que en todas estas tierras, en todas las poblaciones de ella no hallaron oro ni plata ni otro metal ninguno, ni ganados, si no era maíz y yuca, …3
Declaración del «marañón» Álvaro de Acuña en la Audiencia de Santo Domingo el 27/8/1561 [32].