Salta al contenido principal
Logo image

Lope de Aguirre: Un meteoro en la Costa de las Perlas.

Sección 2.5 El juicio contra la memoria y fama de Aguirre.

El alcance de la persecución contra el primer rebelde y enemigo de la corona española en América, trasciende su muerte: el 16 de diciembre de 1561, en la ciudad de El Tocuyo «la memoria y fama de Lope de Aguirre» va a juicio post mortem, arrojando como resultado una peripatética y torcida sentencia producto de la mente del «muy magnífico» licenciado Alonso Bernáldez (pero así fueron nuestros abuelos antepasados; los de un ojo y también los de dos). Un extracto conclusivo de aquella sentencia compuesta de 12 folios es más que descriptiva para conocer las otras armas con que pretendía España ahuyentar las rebeliones (era práctica y costumbre):
…declaro todos y cualesquier bienes que dejase, haberlos perdido e ser e pertenecer a la cámara e fisco de su majestad, y por tal los aplico, e mando que donde quiera que el dicho Lope de Aguirre dejase casas de su morada, le sean derribadlas por los cimientos, de arte que no quede figura ni memoria de ellas ni de parte de ellas, y así derribadas sean aradas y sembradas de sal, con pregón público de esta sentencia. Así mismo declaro todos los hijos varones que del dicho Aguirre hayan quedado, ora sean legítimos o bastados o espurios, por infames para siempre jamás, como hijos de padre traidor e tirano, a los cuales también declaro por indignos e incapaces de poder tener honra de caballería ni dignidad ni oficio público ni otro de los prohibidos en derecho, ni poder recibir herencia ni manda de pariente ni de extraña persona, y condeno a la dicha memoria e bienes en lo arriba dicho, y mando que esta sentencia se cumpla y ejecute sin embargo de apelación que cualquiera persona quiera poner, y que para ejecución y cumplimiento de ella se den cartas de Requisitoria y de justicia para todos los reinos y señoríos de su majestad… [32]
Una sentencia no es suficiente para borrar hechos y memorias y menos ahuyentar rebeliones. Aguirre había dicho muchas veces: …que cuando no pudiese pasar al Perú y destruir y matar a todos lo que contra él fuesen. Que a lo menos quedaría eterna en la memoria de los hombres la fama de sus crueldades, y que su cabeza sería puesta en el rollo para que su memoria no pereciese, y con esto se contentaba, y así se cumplió a la letra, y su anima fue a los infiernos, donde él decía muchas veces que deseaba ir, porque allá estaba Julio César y Alejandro magno y otros valientes capitanes, y que en el cielo estaban pescadores y carpinteros y gente de poco brío [72] .